Tras ponerse sus chalecos salvavidas “Mae West”, los aeronautas se echaron al agua a través de las puertas y ventanas de la anegada cabina. La balsa salvavidas, lanzada sin una línea de amarre, se desplegó inmediatamente y se alejó a la deriva sin nadie a bordo. Estaban abandonados a su suerte.
Grills nadó alrededor de la hundida cabina para asegurarse de que todos habían escapado. Al hacerlo, se separó de sus compañeros y la fuerte corriente del Golfo le impidió volver. Cuando consiguió orientarse, el dirigible ya no estaba a la vista. En su lugar, una oscura figura se dirigía hacia él a toda velocidad; era uno de los barcos que navegaba ignorante del combate que acababa de librarse. Grills recordaba: “Venía directo hacia mí, y yo estaba como loco por apartarme de su camino, gritando y agitando mis brazos. Vi al serviola en su puesto, fumando un cigarrillo.” El buque pasó en medio de la noche, dejando a Grills solo en el agua.
El resto de los tripulantes del K-74 permanecieron juntos al lado de los restos de la gran bolsa hinchable.
Se intranquilizaron ante el temor de que el uboot volviera para capturarlos o rematarlos. Tampoco sabían si la puntería de Eckert lo había dañado mucho. Ni que el “radio” Bourne había lanzado un mayday que captó el ARM2c Turek, del K-32, quien se dio cuenta de que el K-74 debía de estar en apuros y contactó con la base Richmond.
Con las primeras luces, un avión anfibio Grumman J4F “Widgeon” del ZP-21 comenzó la búsqueda. A las 07:49, el aparato estaba sobre el lugar de los hechos. El mar se estaba agitando, mientras nueve hombres flotaban chapoteando. El avión los vio y sacudió sus alas (para indicarles que les había visto, N del T), pero el estado del mar impedía amerizar. El aeroplano voló para localizar al destructor Dahlgren y guiarlo hasta allí. El rescate estaba en camino.
Entonces aparecieron los tiburones.
Stessel se había separado del resto cuando los hombres se arrojaron al agua. El grupo vio emerger la aleta de tiburón y como se dirigía directamente hacia él. No hubo tiempo para advertir a Stessel antes de que el tiburón atacase. El marinero despareció. Volvió a superficie momentáneamente, sobre un agua rojiza. Se fue al fondo por última vez, dejando en superficie una espuma carmesí. Es resto de los tripulantes se pusieron espalda contra espalda y sacaron sus cuchillos.
A las 08:15 del 19 de Julio, finalmente se hundieron los restos del K-74, el único dirigible perdido en la Segunda Guerra Mundial a causa de una acción enemiga. De las profundidades marinas surgieron unas salvas en memoria del Petty Officer Stessel. Las cargas de profundidad del K-74, previamente armadas, detonaron emitiendo un lúgubre saludo, como si rindieran homenaje al héroe caído en combate.
El Dahlgren llegó rápido y se arrojó una escala para los náufragos. Las armas de fuego portátiles mantuvieron a raya a los acechantes tiburones mientras los supervivientes del K-74 se ponían a salvo. Una lancha equipada con una ametralladora Thompson en la proa, buscó en vano al desdichado Stessel.
Mientras tanto, el piloto del K-74 continuaba a la deriva a varias millas de distancia. Grills era arrastrado hacia los cayos de Florida que ya veía en el horizonte. Comenzaba a atardecer y el aeronauta estaba quemado por el sol y cerca del agotamiento, cuando el K-32 pasó sobre él. El atento Amm3c Max May vio al bravo nadador, y los tripulantes del K-32 lanzaron bengalas. Grills había avanzado seis millas antes de ser avistado y fue recogido por la lancha de una unidad local de rescate y trasladado al Dahlgren. Había estado en el agua 19 horas.
Tras la guerra, los archivos alemanes revelaron que el U134 informó del derribo de un zepelín de la U.S. Navy. El submarino informó de que el combate le provocó daños en el tanque de lastre principal Nº5 y en el tanque de inundación Nº4. Tras sufrir dos ataques aéreos más, al U134 se le ordenó volver a su base en la Francia ocupada para reparar. En Agosto, en plena ruta, su suerte cambió cuando dos bombarderos ingleses de la Royal Air Force lo interceptaron en el Golfo de Vizcaya y lo enviaron al abismo.
Un dirigible por un submarino: cosas de la guerra. |