U224, relato de un superviviente |
El siguiente relato es simplemente excepcional. Se trata de la historia final del U224 y de la odisea vivida por su único superviviente el Leutnant zur See Wolf Dietrich Danckworth. Lo que hace único este relato es que ha sido escrito por el propio Dankworth, concretamente el pasado mes de septiembre de 2010. |
La historia del U224 |
Nota:
El siguiente informe es de Wolf Dietrich Danckworth describiendo la actividad del U224 justo antes y después del 13 de Junio de 1943. El informe está escrito con sus propias palabras y no ha sido editado |
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El U224 |
Zarpamos poco después de Año Nuevo de 1943 de nuestra base en Saint Nazaire, Francia, con la idea de retomar nuestras misiones en el Atlántico. Al acercarnos a la Península Ibérica, el Comandante informó a la tripulación de que se nos había ordenado operar en el Mediterráneo. La nueva base sería la Spezia, Italia. Eso significaba que teníamos que cruzar el celosamente vigilado “Estrecho de Gibraltar”. No era un trabajo fácil. Era un cementerio de submarinos. (*) Se refiere en el periscopio de ataque que se encuentra en el interior de la torreta encima de la Central. |
Ahora estaba en la torreta y había sellado mi destino |
Mientras nos acercábamos a nuestro objetivo, el Comandante vio un barco dirigiéndose a toda velocidad hacia nosotros. Nos sumergimos inmediatamente hasta los 25 metros, tratando de escapar a toda máquina y con maniobras evasivas, pero fue en vano, el buque nos atacó con pesadas cargas de profundidad “Wasserbomben”, que causaron serios daños en la proa del Uboot, obligándonos a emerger. El Comandante dio orden de soplar los tanques de lastre para emerger. Solo se soplaron los tanques interiores, por lo que el Uboot apenas flotaba. Estando todavía en la torreta, recibí la orden de subir al puente para informar de la situación en superficie. |
Cuando abrí la escotilla, un impacto de cañón pesado alcanzó al Uboot. Había sacado medio cuerpo fuera de la escotilla y, de repente, cesaron los disparos, quedando todo en un siniestro silencio. Miré hacia arriba y vi la gran proa de un barco, me pareció que era un gran buque de guerra, y golpeó al Uboot justo delante del puente. Era la corbeta canadiense “Ville de Quebéc”. Es entonces cuando Frank Arsenault estaba en el puente de su navío, el “Ville de Quebéc” y tuvo esos impresionantes recuerdos que le acompañarían el resto de su vida. Debido a su escasa flotabilidad, el Uboot se hundió de inmediato. |
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El “Ville de Quebéc” tras hundir al U224. En su proa y roda se aprecian los daños sufridos. |
Mi chaleco salvavidas todavía estaba en mi puesto de combate, y nadar con ropa no era nada fácil. Me puse a nadar de espaldas, para ahorrar la mayor energía posible. Nadando así, oí un ruido de una explosión muy característica y supe que el Uboot había explotado y se había partido. Estoy convencido de que el líquido de baterías se derramó y los gases causaron la explosión. Poco después vi un barco viniendo hacia mí. Era la corbeta canadiense “Port Arthur”. Me lanzaron un aro salvavidas pero, desgraciadamente, cayó muy lejos. El barco hizo otro intento, lo que le llevó un tiempo, otra vez lanzaron un aro, pero yo ya no tenía fuerzas como para ir a por el salvavidas. Estaba en un estado de semi-inconsciencia. Hicieron un tercer intento, esta vez guiado por la experiencia del Capitán. El barco se acercó a mí al tiempo que bajaba un bote salvavidas tripulado por el primer oficial y el suboficial primero con el fin de rescatarme. Cuando lo consiguieron, se partió el cabo de proa, y caímos al agua los tres. Sin embargo, se las arreglaron de alguna manera para izarme hasta el puente de su buque, donde me desmayé. Volví a la vida por un momento, doblado sobre la pierna de alguien y escupiendo agua, pero me desmayé de nuevo. Finalmente, desperté.
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El “Ville de Quebéc” rescatando a Danckworth. |
Quisiera expresar mi más profundo agradecimiento al Capitán y a la tripulación del “Port Arthur” por no cesar en su empeño de rescatarme. También quería darle un cordial agradecimiento al oficial médico, un M.D. americano de Chicago (¿Mr Greenwood o - span?) quien, muy amablemente, se hizo cargo de mí no solo como paciente, si no como ser humano y como amigo. Cuando el convoy llegó a su destino en Bone, Túnez, fui entregado a la British Navy y me convertí en prisionero de guerra. Pasé la noche en un gran edificio, escuchando las bombas de un Stuka que atacó y recibiendo la visita de un joven compañero británico que me regaló un cartón entero de cigarrillos de la Navy. ¡Menudo tesoro para un prisionero! |
Después del hundimiento del U224 |
Ya he mencionado antes que estuve en un campo de prisioneros provisional a unos 50 kilómetros al Este de Argel, llamado “Roche du Nord”, custodiado por el Ejército. Había diez grandes tiendas de campaña amarillas. Una ocupada por tres oficiales alemanes, un paracaidista del Afrika Korps de Rommel, un piloto de la Luftwafe y un hombre de la Kriegsmarine. En la otra había unos 40 oficiales italianos, incluyendo dos generales. Todas las mañanas un anciano Capitán que quizá fuera un antiguo ciudadano germano y que hablaba alemán fluido, nos visitaba, tal vez para comprobar si todavía seguíamos presentes, nos contaba las últimas noticias y siempre se despedía con un chiste, más o menos bueno. Conocían los barcos y los Uboote, los Comandantes, los oficiales y sus graduaciones en la Kriegsmarine, los equipos militares, las bases, los estatus de las familias,… pero todavía desconocían las características y el uso estratégico del nuevo torpedo. Estaban muy ansiosos por tener los conocimientos necesarios y les fue muy irritante y frustrante el no tener éxito en la búsqueda de los datos que tanto necesitaban. “Poli bueno y poli malo” no funcionó. Mi decisión mientras duraron los interrogatorios fue “¡Cierra la boca!”. |
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Dibujo de Grand Ligne con el campo de deporte en primer término, una garita de vigilancia, el edificio administrativo, el hospital, la sala de deporte, al fondo el edificio donde se alojaban los prisioneros. |
Llegaron los vientos del Este y, con las vacaciones, vino un montón de nieve. El Invierno había llegado de nuevo. Los narcisos en flor se cubrieron con una fina capa de nieve y el paisaje alrededor del campo era un gran manto blanco. Pero la nieve se fue unos días después y pudimos volver a disfrutar de nuevo de las amarillas flores primaverales. No había mucho con qué divertirse en ese campo. |
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Vista aerea de "Gravenhurst". |
Se nos permitía usar la tierra para cultivar y la gente estaba muy ocupada en sus actividades agrarias. Había un gran complejo de graneros y establos con cerdos, vacas, aves de corral y el equipo necesario para trabajar los campos. Crecieron patatas, maíz dulce, hortalizas y, por supuesto, comida para los animales. La granja fue conocida por los campesinos de la zona como la más grande y solían venir a discutir con el grupo la mejor forma de cultivar. Al tener la granja, teníamos la gran ventaja de disfrutar de comida fresca. De vez en cuando, el Comandante ordenaba “pasar lista”, sin previo aviso, para comprobar que todos los prisioneros estaban aún presentes. Teníamos que ir a la “posición de pasar lista”, alineados, y se nos ordenaba que no nos moviéramos y, desde luego, procurábamos no hacerlo. Al ir de un lado a otro, siempre se lo poníamos difícil a los sargentos de cuentas, sobre todo cuando un prisionero había escapado y ellos trataban de averiguar quién había sido. Y entonces llegó la liberación. |
| Libre |
En Verano de 1945 el campo fue cerrado. La guerra había terminado y los soldados que custodiaban el campo, todos de mediana edad, querían volver con sus familias. Aquello era el comienzo del retorno de los prisioneros a Inglaterra. Los primeros fueron los que más tiempo llevaban presos. El resto fuimos distribuidos en diferentes campos, parte en Rockies y parte en Gravenhurst, un pequeño estado a unos 150 kilómetros al Noroeste de Toronto. Una región de pequeños y grandes lagos y muchas rocas. El espacioso, medio hecho en madera, y blanco edificio, era un viejo sanatorio de enfermedades respiratorias, y estaba en lamentables condiciones. Allí no había actividades. Por supuesto, todo el mundo esperaba su turno para ir a Inglaterra y a casa. |
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Parte de los edificios de "Gravenhurst" |
Cuando la guerra terminó, mi carrera de oficial naval también lo hizo, y tuve que decidir que quería hacer en el futuro. Quería volver a Canadá y la mejor profesión que pensé fue la de ingeniero de minas. Desde entonces he estado dos veces en Grand Ligne y en Gravenhurst. Poco después de cerrar el campo de Grand Ligne, el edificio de piedra ardió por completo a causa de un cortocircuito eléctrico. No quedó nada. La casa del Comandante se convirtió en un pequeño museo. La gente de los alrededores recuerda el internado como un campo de prisioneros. El terreno se conservó bien, pero se volvió irreconocible. Lo mismo ocurrió en Gravenhurst. |
| Anexo |
Biografía básica: Wolf Dietrich Danckworth (Magdeburg mayo 1917) se uniría a la armada en diciembre de 1938 (curso del 38). Iniciaría su carrera en Stralsund donde permanecería cinco meses realizando cursos básicos. Posteriormente pasaría cuatro meses en el velero “Albert Leo Schlageter”. En junio de 1939 sería ascendido a oficial cadete y destinado a Schlerwig-Holstein donde permanecería hasta Agosto de 1938 cuando ingresaría en la escuela naval de Flensburg. En Flensburg enfermaría y se le daría un permiso de larga duración. En la primavera de 1940 ingresaría en la escuela naval de Kiel y después regresaría a Flensburg para finalizar el curso. A la derecha Dietrich Danckworth en 1942 |
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