Sistemas de Superviviencia y Salvamento

Si la supervivencia en un buque en alta mar, en caso de naufragio es bastante limitada, cuando se habla de un sumergible o submarino, la misma se reduce a prácticamente poca o nada.

Evidentemente, si la destrucción de un Uboot sucede cuando aquel se encuentra sumergido, conforme la profundidad sea mayor, el porcentaje de supervivencia se reduce inversamente al número de metros, llegando prácticamente al 0% por debajo del hectómetro.
Debemos de saber que la zona habitable de un Uboot, no es más que un cilindro hueco (el casco resistente), de aproximadamente 4,70 metros de diámetro, el cual dispone como sistema de evacuación de 4 escotillas de escape de apenas 60 centímetros de diámetro, rodeadas de obstáculos mecánicos y eléctricos (escalerillas, cables, tubos, etc…).

Una situación en la que se debiera de abandonar un buque de estas características, bajo el ataque de un enemigo de superficie, debería de ser espantosa. El casco resistente comenzaría a llenarse de agua rápidamente, posiblemente la oscuridad invadiría el lugar al fallar los sistemas eléctricos, y el pánico se apoderaría de los asustados hombres.

Es posible que muchos de esos chicos jóvenes hubiesen perdido los respiradores y la desorientación sería general.

Todos intentarían llegar a las pocas escotillas y comenzarían a apelotonarse para intentar salir por aquel estrecho hueco. Si habría suerte y la escotilla se lograba abrir, el agua comenzaría a entrar a raudales arrojando a los hombres lejos. Aún así, algunos volverían a buscar la salida, encontrándose marañas de cables y toda clase de obstáculos para acceder al estrecho hueco de la salvación. Con muchísima suerte, alguno de los tripulantes lograría salir, y tras bucear un largo tramo, se encontraría flotando en la superficie, sin saber muy bien qué hacer, posiblemente abandonado a su suerte si el hundimiento se producía de noche. ¡!!Una auténtica tragedia…¡¡¡.

Pero antes de llegar a esta extrema situación, vamos a analizar otros supuestos.  
 
Supongamos que nos encontramos sumergidos dentro del U884 (de la clase VIIc), sometido al ataque con cargas de profundidad de un escolta de superficie (corbeta inglesa HMS.Clacton) a, pongamos, 40 metros de profundidad, en las gélidas aguas del Océano Atlántico, y en un frío mes de enero de 1942.

Dentro del casco resistente de nuestro sumergible, la actividad sería frenética. Cada hombre estaría en su puesto esperando las órdenes del comandante y rezando para que ninguna de las cargas afectara a la navegación del buque.
Los maquinistas estarían comprobando los motores eléctricos, los escuchas determinando la posición de los atacantes, algunos hombres revisando las baterías… y el resto mirando hacia arriba, como si quisieran ver dónde se encuentran sus enemigos.

De repente una carga de profundidad explosiona a unos pocos metros del casco, fragmentándolo y permitiendo que toneladas de agua penetren en el interior del sumergible, desalojando el aire del mismo e inundando poco a poco los compartimentos.

Debido a los daños en las baterías, las luces se apagarían, el buque se hocicaría hacia popa y los hombres que no se encontrasen debidamente sujetos rodarían por el suelo.


Tripulantes del U664, con sus chalecos salvavidas puestos, preparando las balsas.


Cadetes de la "uboot schule" practicando el escape de un uboot inundado

Si se mantiene e incluso si se incremente la profundidad, las posibilidades de salir del interior del casco resistente del sumergible se reducen a nada, pues la presión va a impedir que se puedan abrir las escotillas, condenando muy posiblemente a una muerte segura a los tripulantes.

Supongamos que el sumergible atacado, nuestro sumergible, logra estabilizar su incontrolado descenso, y tras avanzar algunos centenares de metros, logra posarse en el fondo a una profundidad de sólo 25 metros.
El buque de escolta lo ha dado por perdido y abandona el ataque.

Ahora nos encontraríamos a oscuras, con una inundación creciente que está poniendo en peligro al sumergible con cada minuto que pasa. Los partes de averías que recibe el comandante son preocupantes. La unidad está gravemente dañada.

En vista de los graves daños, el “Kaleun” ordena a los hombres que no sean imprescindibles que se tumben en sus literas para ahorrar oxígeno, y que se pongan los cartuchos de potasa para evitar respirar los gases venenosos de cloro que emanan de las dañadas baterías (al entrar en contacto con el agua salada que se filtra dentro).

Sistema de respiración autónomo

Ya tenemos aquí el primer sistema de supervivencia individual de los tripulantes de Uboote, el respirador autónomo de potasa (kalipatrone). Se trataba de una especie de boquilla que iba unida a un recipiente que contiene un cartucho alcalino y varios filtros, destinados a purificar el aire, eliminando el dióxido de carbono que se concentra dentro del casco producido por la respiración humana, y de funcionamiento muy similar a una máscara anti-gas.

Este sistema de supervivencia se empleaba cuando el Uboot debía de permanecer sumergido durante un período de tiempo prolongado. Como su uso era bastante incómodo, los mandos intermedios debían comprobar frecuentemente que nadie se lo quitase, o que al dormirse se le cayese de la boca, produciendo la pérdida de conciencia y la muerte si nadie se daba cuenta.

Si el comandante determinaba que las averías hacían inviable la permanencia dentro del sumergible y había que ordenar el desalojo, se contaba con un sistema de escape denominado dispositivo de evacuación Tauchretter, que no era más que una especie de respirador autónomo de potasa, al que se le habían añadido dos tubos, uno empleado para inhalar y otro para exhalar, conectados ambos a una bolsa que contenía en su interior un tanque presurizado de oxígeno y un contenedor con el compuesto alcalino que filtraba el anhídrido carbónico, y una bolsa hinchable que impulsaba al nadador hacia arriba.


Dos modelos de Tauchretter
El chaleco Tauchretter estaba basado en el dispositivo diseñado años antes por el ingeniero alemán Hermann Stelzner, el cual había comenzado a trabajar en 1906 en la empresa de Bernard Dräger. El negocio de Dräger estaba dirigido a la industria del gas, para lo cual necesitaba de dispositivos para poder trabajar en ambientes enrarecidos. Stelzner conoció enseguida la técnica del filtrado mediante el paso del dióxido de carbono a través de sustancias que absorbían las nocivas partículas gaseosas.  

En el año 1910 naufragaba el sumergible francés “Pluvoise”, muriendo todos sus tripulantes. Stelzner, sobrecogido por la tragedia, enseguida comenzó a trabajar en un dispositivo similar al utilizado por sus empleados en las calderas de gas, realizando mejoras que permitirían poder abandonar un sumergible en peligro sin riesgo para su dotación. El primer prototipo estuvo listo en 1911, y Stelzner contó con la ayuda de los primeros submarinistas de la época (Robert Bräutigam, Max Valentiner y Arnold Gottsleben), los cuales efectuaron numerosas pruebas no exentas de riesgos con el chaleco.

Tras la evaluación práctica de los primeros dispositivos Tauchretter, se comenzaron a diseñar distintas versiones, desde la más simple dotada de unas gafas minúsculas, hasta el más completo equipado con traje de goma y respirador.

La llegada de la primera guerra mundial en 1914, puso a prueba los diversos modelos que fueron empleados en numerosas situaciones, incluida la desactivación de minas.

Tras la primera contienda mundial, los dispositivos de evacuación submarina sufrieron ligeras modificaciones, aunque su funcionamiento era el mismo que los de las versiones anteriores, continuando Stelzner trabajando en ellos hasta su fallecimiento en el año 1942.

En la recién creada Ubootwaffe, su uso se incorporó a las dotaciones de los sumergibles, que eran instruidas en su empleo y mantenimiento, salvando multitud de vidas una vez que comenzó la guerra y los sumergibles fueron atacados y destruidos.

Dispositivos de flotación

Si una nave de superficie se hundía, la tripulación disponía de botes de madera, de más o menos eslora, para mantenerse secos y a flote mientras esperaban ser rescatados, y, los más sofisticados, estaban equipados con remos y velas que les permitían navegar autónomamente en busca de ayuda.

Pero si un buque se hundía de forma rápida, y la escora no permitía poner a flote las chalupas, siempre quedaba la posibilidad de colocarse los chalecos salvavidas individuales y saltar con ellos al mar, a la espera de ser recogidos. Si recordamos el hundimiento del Titanic en 1912, a ninguno de nosotros se nos borrará de las retinas las trágicas imágenes de cientos de cuerpos flotando en el mar con chalecos salvavidas blancos, rodeados de algunas pocas chalupas medio vacías. Ese suceso supuso la “puesta de largo” de los sistemas de salvamento, y la “toma en serio” de su aplicación.

Numerosos han sido los distintos modelos de salvavidas empleados por todas las marinas del mundo desde que la supervivencia de los tripulantes se tomó en serio tras el naufragio del Titanic.

Los primitivos diseños dejaron paso a mejores chalecos que proporcionaban más horas de flotabilidad y garantizaban una mejor sujeción del náufrago, aún en el caso de que aquel llegase al agua con pérdida de conciencia. Dentro de los dispositivos de flotación encontramos también las balsas de goma.

El chaleco salvavidas

Entre los tripulantes de los Uboote era habitual emplear los chalecos salvavidas denominados Schwimmweste, de los cuáles existían dos tipos, los rellenos de material flotante y los hinchables.

De los primeros había unos que estaban rellenos de miraguano, una especie de palmera originaria de América y Oceanía, de cuyo fruto se obtenía una materia algodonosa usada como relleno, empleándose asimismo los de corcho.
Eran también utilizados por la aviación.


Chalecos de miraguano

Posteriormente se utilizaron unos que contaban con una bolsa que se inflaba, ya fuese soplando o con la ayuda de una pequeña botella de aire a presión.  A medida que avanzaba la guerra, los chalecos salvavidas Schwimmweste fueron sustituidos por los sistemas de salvamento y respiración autónomo Tauchrette.

Los primeros chalecos siguieron convivieron con los últimos y no era extraño ver a marinos ataviados con uno u otro modelo.

En la imagen de la derecha y en la de la izquierda podemos ver dos modelo de Schwimmweste.

Las balsas Salvavidas de goma

Entre los sistemas de flotación colectivos podemos enumerar las balsas salvavidas, de las cuáles existían siempre diversas a bordo de todos los submarinos y sumergibles. A menudo fueron empleadas en alta mar para transportar provisiones, municiones o repuestos entre las unidades que se encontraban en mar abierto, además de las funciones propias de un bote auxiliar.

Como elemento de salvamento, existían varias a bordo de los Uboote, almacenadas en contenedores herméticos situados en la cubierta o en la parte superior de la torreta, dependiendo del tipo, y se hinchaban mediante el empleo de botellas de aire a presión.
Las había de distintos tamaños, pudiendo transportar a varias personas a bordo las más pequeñas, y contando con remos y una pequeña vela las mayores.

De los interrogatorios realizados por los aliados a los supervivientes de algunos sumergibles hundidos, hemos podido obtener abundante información sobre los sistemas de supervivencia individual y colectivos.


Tripulantes del U199 sobre balsas salvavidas

Así, el U1229, del tipo IXc, llevaba 2 botes salvavidas con capacidad para 8 hombres cada uno, además de 57 equipos individuales. El U873 (IXd/2) transportaba 3 balsas con capacidad para 8 hombres además de 59 equipos individuales.

El U664 (VIIc) llevaba de 20 a 30 equipos individuales en el interior del casco resistente, sobre otros 25 en cubierta, en un recipiente estanco, y una balsa normalizada equipada para 30 hombres. El U185 del tipo IXc/40 portaba una balsa con capacidad para 6 hombres en la torreta, y el U662 (VIIc) que portaba un nuevo modelo de balsa, de unos 2 metros de eslora, llevando una vela triangular amarilla, un mástil ligero de metal de 2 metros y algunas provisiones en latas y cajas, además de los equipos individuales personales.

Anexo


Situación de los depósitos herméticos de proa para los salvavidas en un Uboot del Tipo VIIc (1944)


Situación de los depósitos herméticos de popa para los salvavidas en un Uboot del Tipo XXI

Situación del depósito hermético en la torreta para los salvavidas en un Uboot del Tipo XXIII

Fuentes:
U-Historia.com, Uboat.net, Ubootarchive.net, Divingheritage.com, Joetauchretter.tripod.com y otras fuentes propias del autor. Agradecer a Paco Torres la aportación de varias imágenes que ilustran este artículo.


José Carlos VIOLAT BORDONAU  -2007-


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