El libro de Kelshall está centrado en la descripción detallada de las acciones sobre las cuales se informa a veces día por día, basándose en fuentes alemanas, británicas y norteamericanas. Kelshall se esfuerza en evitar la jerga de los corresponsales de guerra, pero en algunas partes, sin embargo, se nota cierta admiración por las acciones valientes/atrevidos/intrépidos/bien hechas respecto a los capitanes de los submarinos alemanes, un poco más que respecto a las acciones de aviadores y capitanes norteamericanos. Aquí se reflejan las fuentes y especialmente los resúmenes usados y aquí está también la desventaja de una descripción verbal con la inclusión de hechos en orden cronológico frente a una documentación con un relato seco de los hechos. El lector tiene que leer a veces entre líneas o desarrollar combinaciones propias, por ej. según regiones o submarinos.
Frente a estas acciones bélicas, las interdependencias y las causas se vuelven secundarias. Aquí todavía hay mucho que investigar. Por ejemplo este es el caso en cuanto a los efectos de la guerra en Europa sobre las Antillas Holandesas (remitiendo aquí al pequeño estudio de Bustamante 1980) o sobre las Antillas Francesas. Como complemento se remite aquí al libro del Almirante Robert, 1978, quien en nombre de la flota francesa estacionada en Martinica tenía contacto con el régimen de Vichy y quien provocó el bloqueo estadounidense de las islas francesas, ejecutado desde noviembre de 1942 (véase también Baptiste 1976b y 1977).
Como complemento de la descripción de Kelshall he elaborado una serie de mapas con base en su cronología detallada de los hechos, de los cuales algunos se reproducen aquí. Se debe considerar que las rutas de los distintos submarinos son esquematizadas, y que no se presentan los rizos y líneas en zig zag, ya que solamente se dejan localizar por medio de los distintos libros de navegación (posiblemente con vacíos). Por razones de la claridad para la lectura se prescindió, después de varios ensayos, de incluir nombre, tamaño, nacionalidad y clasificación de los barcos hundidos, lo cual es lamentable especialmente en cuanto al porcentaje de buques petroleros y barcos de bauxita. Por lo menos la pequeña serie de mapas en su fuerte reducción visualiza un modelo espacial de cada ola de ataque y de la situación en su totalidad.
Como otro complemento se debe remitir al destino del «Magallanes», no mencionado por Kelshall, aún cuando esto pueda aparecer demasiado autobiográfico. Este barco español de pasajeros, originario de Bilbao, realizó durante la guerra transportes de emigrantes en ambas direcciones sobre el Atlántico, lo mismo que embarcaciones suecas y otros buques de pasajeros, con todas las luces prendidas y además bien marcado con gigantescas banderas españolas pintadas a ambos lados y sobre la cubierta superior. Uno de estos transportes zarpó el 16 de febrero de 1943 de Puerto Barrios (Guatemala) con cerca de 360 mujeres y niños alemanes rumbo a Europa. Yo estuve como catorceañero a bordo; las familias fueron obligadas a abandonar el país, ya que los padres de familia eran deportados hacia los Estados Unidos y una eventual liberación sólo era posible con destino a Alemania. El barco tuvo que hacer escala en Puerto España (Trinidad) y fue retenido, del 23 al 27 de febrero, frente a la gran base estadounidense de Chaguaramas, con encierro de los pasajeros en las cabinas y con control y confiscación parcial del equipaje. Como se dijo, el transporte iba a ser incorporado en un gran convoy compuesto por cerca de 40 buques petroleros con el destino norte de Inglaterra (lo cual necesita todavía una comprobación especial). Sin embargo, el capitán salió antes de que zarpara el convoy (también aquí se deben examinar todavía las circunstancias) y el 10 de marzo el «Magallanes» llegó a Lisboa. En el mes de marzo de 1990 consulté en Puerto España el periódico Trinidad Guardian del tiempo correspondiente, pero no encontré ninguna noticia referente al «Magallanes». No obstante en la edición del 19 de febrero de 1943 se dice en relación con el hundimiento de un barco pesquero frente a la costa venezolana: «The Germans apparently have started their long awaited renewal of the submarine campaign in the Caribbean». En la documentación de Kelshall se confirma esta apreciación y se aclara al mismo tiempo que los norteamericanos en aquella época continuaban suponiendo una colaboración de barcos españoles con submarinos alemanes.
Otras complementaciones sólo serán indicadas aquí. La primera se refiere a las consecuencias económicas de la guerra submarina sobre las islas y costas, que en partes se manifiestan en la historiografía y memoria local. Pruebas al azar en los archivos de prensa de esa época suministran abundantes puntos de partida para una descripción detallada, en la cual deberían ser incluidas, al lado de las limitaciones a la importación y exportación, también el perjuicio de los tradicionales intercambios entre las islas por medio de los «Island Trampers» y las consecuencias para los respectivos grupos de la población. Casi todos los informes remiten a la escasez y el encarecimiento de precios de los alimentos básicos, los intentos por conseguir materias alternativas para el abatecimiento básico y las dificultades en obtener repuestos. Donde existieron grandes bases militares, se generó una demanda considerable de mano de obra local, la cual se empleó parcialmente en trabajo por turnos en los proyectos de construcción. Las consecuencias eran, entre otras, la disminución de la agricultura tradicional y un mayor costo de la vivienda. La circulación monetaria creció notablemente con consecuencias para el comercio interno y los hábitos de consumo (para St. Lucia véase Francis 1979; para Dominica véase Honychurch 1984).
Las infraestructuras creadas para las bases militares se entregaron, en parte intactas, a los gobiernos locales, aunque en muchos casos tan sólo en los años sesenta. En St. Lucia, por ejemplo, se entregaron carreteras bien construidas, el gran hospital, las plantas termoeléctricas de las dos bases militares y ante todo el aeropuerto de Vieux Fort, el cual ofreció a la isla buenas condiciones para arrancar con el turismo de larga distancia. En Chaguaramas (Trinidad) se ubica hoy el club de yates, la división de investigación y educación pesquera, dos grandes muelles para el embarque de bauxita, un astillero para reparaciones, una base militar trinidiana y un balneario utilizado por la población local.
De igual importancia es la relación, en muchos casos tensionada, entre la población isleña y costera y las nuevas bases militares con su personal y su infraestructura compleja. También aquí la prensa local ofrece un material amplio, aunque es necesario analizarlo con cuidado en cuanto a su integridad y confiabilidad por causa de la censura. Esto rige también para las abiertas disputas entre los gobernantes británicos y militares estadounidenses, no solamente existentes en Trinidad, con consecuencias hasta los tiempos después de la guerra (para Trinidad véase Robinson 1971, pág. 50 hasta 55 y ante todo Williams
1964, pág. 267 hasta 276; para St. Lucia véase Francis 1979).
Sobre otra consecuencia me informó W.D. Sahr (Tubingen), un buen conocedor de St. Lucia. Se trata de la incorporación folclórica de la experiencia «Guerra» en el carnaval de St. Lucia. Aquí un grupo disfrazado de manera espectacular («Band») encarna al caso «Umtata» incluyendo una explosión violenta y soldados alemanes y británicos simbólicamente presentados (véase James 1988). St. Lucia era el puerto más importante de almacenamiento de carbón en el Caribe. Ya en 1941 se construyeron dos grandes bases militares estadounidenses, Gros Islet cerca de la ciudad capital y Portuaria Castries para la marina y los hidroaviones, y Vieux Fort en el sur de la isla para la Fuerza Aérea con un gran aeropuerto y un puerto marítimo de aguas profundas.
Poco antes de la media noche del 11 de marzo de 1942, el submarino U-161 procedente de una acción en el Golfo de Paria/Trinidad, penetró a la bahía del puerto de Castries, la cual es en parte muy panda y tiene un ancho de sólo 200 m pero 2 km de largo y hundió por medio de torpedos al barco de pasajeros canadiense «Lady Nelson» que viajaba en la ruta Halifax-Guayana Británica y al barco de carga británico «Umtata», atracado al muelle con el fin de descargar. El estrecho puerto quedó bloqueado por los barcos hundidos. La llegada de la guerra sacudió a la pacífica y bien iluminada ciudad en forma de violentas explosiones en los barcos averiados. El recuerdo de este acontecimiento está vivo hasta hoy en día como elemento importante en la historia de la isla. Sin embargo, el incidente se amplía cada vez más en todo sentido: James dice en un artículo de periódico (1988) «hundreds of lives were lost», mientras que Francis menciona en su trabajo de grado (1979) 20 muertos y 19 heridos basándose en investigaciones detalladas.
Forman, finalmente, parte de las complejas consecuencias de la guerra submarina en el Caribe las disputas políticas por las bases militares norteamericanas mucho tiempo después del fin de la guerra. Como ejemplo solamente indicamos aquí la base de Chaguaramas en Trinidad. El «Acuerdo sobre Destructores» de 1941 dio a los Estados Unidos por 99 años una plena soberanía, inclusive de justicia, sobre las bases militares y el espacio aéreo y marino correspondiente. Esto tenía que provocar dificultades en el curso de las aspiraciones independentistas.
Dentro del marco de las negociaciones para la fundación de la West Indian Federation a principios de 1957, se decidió ubicar la capital de la nueva federación, en Trinidad. El comité directivo resolvió en mayo de 1957 destinar como lugar para la nueva ciudad capital Chaguaramas, ubicado en la península al noroeste de Puerto España y exigió de los Estados Unidos la devolución del terreno. Los Estados Unidos lo rechazaron tal como la Gran Bretaña. A lo largo de los años se desarrollaron amargos enfrentamientos durante los cuales las diversas fracciones políticas de Trinidad manifestaron posiciones básicas divergentes en cuestiones de la independencia y de aptitud económica, como también intentos de los dirigentes políticos de perfilarse (véase a este respecto Parris 1976; complementado por Williams 1964 pág. 259 hasta 261 y Robinson 1971, pág. 32 hasta 35). Los Estados Unidos afirmaron que habían invertido más de 70 millones de dólares en el lugar y habían instalado aquí radares especiales para la detección de cohetes sobre toda la costa oriental de Sudamérica, la costa occidental de Africa y partes de la costa occidental del Océano Indico. A fines de 1960 se logró finalmente un acuerdo según el cual los Estados Unidos devolvía una parte de la base de Chaguaramas (85 km2 de superficie) de inmediato y los demás territorios 17 años más tarde. Al mismo tiempo Trinidad/Tobago recibió una amplia ayuda económica y técnica, lo cual facilitó el arranque de la independencia (1962).
Este entretejimiento de movimientos de independencia y nuevos conceptos militares estratégicos en relación con la Guerra Fría y tecnología de cohetes, no tiene que ver directamente con la guerra submarina en el Caribe. Pero fueron en Trinidad, como en otras partes, los mismos lugares que seguían ejerciendo sus efectos en el nuevo contexto. Quedaron vivos reflejos de un pasado que en verdad aún no ha pasado y continúa, pues, un entretejimiento de referencias en diferentes escalas dentro de las cuales los conceptos e intereses ajenos mantuvieron su predominio frente a las necesidades y esperanzas locales e insulares de la gente. |